sábado, 8 de octubre de 2011

Les leo un cuento.

Historia en un jardín.
(Paula Nerví)

Había una vez  un jardín inmenso lleno de flores. Había flores rojas, blancas, violeta ... de todos los colores del arco iris. En ese jardín vivían muy felices las margaritas, todas blancas... impecables y almidonadas. Las llamaban las divinas del jardín, así lo decía un cartel que ellas mismas habían pintado:

"LAS DIVINAS MARGARITAS", tan serio era este asunto, que todas las flores querían imitarlas, los tulipanes, por ejemplo, dejaban de tomar agua para volverse más claros y alcanzar ese blanco radiante de las margaritas. Las violetas ya habían intentado todo, hasta quedarse muchas horas bajo el sol más fuerte para ver si así les cambiaban los colores, y lo único que habían ganado había sido un buen reto de su mamá y un tratamiento con una cremita de olor espantoso. Los pensamientos ya estaban cansados de tanto pensar y pensar una fórmula para ser "divinos como las margaritas", y ni hablar de los claveles: hasta buscaron quien les cortara su frondosa cabellera a fin de parecerse un poco a sus admiradas amigas.

En el jardín todos les abrían paso, y ellas se sentían importantes. Cada mañana, a la salida del sol, el comentario general era:

- ¡¡Shhhhhhhhhh, silencio, que van a abrir las margaritas!!! - y se escuchaban palabras como "guauuuuuuuu", "¡Ayyyyyyyyyy, qué bellas!! ¡¡Qué blancas!!.

Ellas desplegaban sus pétalos y brillaban felices al sol ante la mirada de todas las demás, les encantaba hacerse las lindas.

La amapola, que era la flor más antigua del jardín, veía cada día esta situación y estaba preocupada, no entendía por qué sus amigas querían ser otra flor y no ellas mismas. Así, entonces, se le ocurrió una idea: pintó un cartel que decía: "LAS ROSAS SON LAS MEJORES: NUEVAS DIVINAS".

Cuando el jardín despertó, al día siguiente, todos se alborotaron con semejante cartelera.
-¿Cómo es esto?, ¿Quién fue?- dijeron las margaritas.

-Fui yo - dijo la amapola- porque creo que las rosas son mejor que ustedes, de hecho, ellas tienen muchos colores, hermosos perfumes y, como si esto fuera poco ¡espinas!. para defenderse de sus agresores. 

Las flores la miraron sorprendidas, no podían abrir más grandes los ojos. Parecía cierto, las rosas eran mejores. Reinó el silencio un momento, hasta que las margaritas gritaron:

-¡Falso! Nosotras parecemos estrellas con centros del color del sol y somos suaves y cálidas.

-Si es cierto- dijo la amapola- ¿Y las violetas?, ellas tienen un aroma que es imposible no reconocer, perfuman los caminos. Los pensamientos, siempre tan pensativos, tienen esos colores maravillosos que parecen pintados a mano. ¡Los claveles!, que tienen tantos pétalos que parece imposible contarlos.

-Es verdad dijeron las margaritas cabizbajas- Las demás flores se miraron de pronto, como si recién se descubrieran y sonreían, entonces la amapola dijo:

-Cada una, cada ser de esta tierra es único y maravilloso. No importa si es más o menos hermoso que otros, ni tampoco si es mejor, igual o diferente, cada uno, cada criatura ocupa un lugar especial y es por ello maravillosa, asi que desde hoy, yo que soy la más viejita y he vivido varias primaveras, les pido que nunca dejen de brillar con su propia luz, sean ustedes mismas siempre. 

Cuando terminó de hablar, todas las flores estaban abrazadas y felices.

Al otro día, el jardín amaneció con un nuevo cartel que decía: "LO ÚNICO DIVINO, ES SER UNO MISMO".


  • Tras la lectura del texto, los niños pudieron conversar y hacer intercambios con sus compañeros y el docente sobre el efecto, conmoción, curiosidad que el texto leído produjo en ellos, manifestando diversas sensaciones y sentimientos que movilizaron su imaginación.
  • Los alumnos se expresaron artísticamente, realizando de la lectura del cuento "Historia en un jardín",  una transferencia plástica.
Alumnos preparando láminas con flores


Así quedaron expresados algunos jardines, donde cada alumno pudo expresarse artísticamente, plasmando en sus creaciones, sentimientos, emociones, gustos y preferencias.




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